April under a Police State: A look at Nicaragua’s Reality
During the beginning of 2021, three year after the beginning of the ongoing political, social and humanitarian crisis in Nicaragua, the Ortega-Murillo government has intensified its violent attacks against citizens and increased its actions against free expression and the press in the country.
The attacks against the journalists Alberto Herrera, Noel Miranda, José Abraham Sánchez, Erasmo Hernández, among others, is part of a list of consequences that the country’s police state has left behind this year. Civil society organizations like Monitoreo Azul y Blanco (MAB) denounce that more than 300 violent acts were committed between the 15 and 19 of April of the current year. For their part, the Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) documented 540 aggressions against women activists in the first trimester of 2021.
Persecution, agressions, detentions, threats and raids, the majority carried out by the National Police and paramilitary forces. That is the face of this new period of repression in Nicaragua.
The 2021 World Press Freedom Index by the organization Reporters Without Borders places Nicaragua in 121st place, arguing that in the country “the independent press lives an authentic nightmare.”
In the middle of an election year, the situation for journalists, human rights defenders, artists, activists, and writers, has become even more complex, as is made evident by the judicial and de facto obstacles that have been placed by the State in an attempt to silence any act of dissidence against the government. To this assertion one must add that even the most basic conditions to exercise any form of expression or sharing of information are lacking, limiting citizens’ constitutional rights, the journalistic trade, and civil society, even further.
This wave of persecution and laws against free expression and the press has had a devastating effect for civil liberties in Nicaragua. To this date, organisations like PEN Nicaragua and the Fundación Violeta Barrios de Chamorro, two institutions with global recognition for their work in literature and journalism, have shut down their operations due to the Foreign Agents Law, an instrument used by the government to surveil the country’s civil society.
This overflow of violence and repression, that many dissidents see as a sign of fear from the presidential family regarding the November elections, has raised the alarm for international organisms that in some way or another continue working for civil liberties in the country.
Human rights organisations in Central America assure that these patterns could create a new wave of forced displacements, both from citizens fleeing violence and lack of opportunities, as well as from journalists and those collaborating with independent media, seeking to protect their lives and on the way find better conditions to conduct journalism during such a crucial year.
Without setting aside the adversity and risks that accompany being a journalist in Nicaragua, the sector, headed mostly by independent platforms and young professionals, has appealed to all sectors in the country, including the groups opposing the Daniel Ortega government, to respect their work and demand that the Access to Information Law is respected.
With the increase of aggressions and a far from encouraging political landscape, it is inevitable to think about the few options that are left for a free press. Leave the country? Remain informed? Confront the hostility of Nicaraguan politics? The current electoral process and the results of the November elections will define the future of the press sector, especially for the new generation of independent voices, who seek both their personal wellbeing and a better professional future. The conditions in Nicaragua not only limits journalism, but stifles any hopes and opportunities for those of us working in that path.
About the author: Jairo Videa is a Nicaraguan journalist and editor. He currently works as Co-Director and journalist at the independent digital newspaper he co-founded, Coyuntura. Due to his investigative work, Videa has been forced into exile several times and is currently an ICORN writer in residence in Barcelona being hosted by PEN Català’s Writers in Refuge programme.
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Spanish version/ Versión en español:
Abril bajo estado policial: una mirada a la realidad en Nicaragua
Durante el principio de 2021, a tres años del inicio de la crisis política, social y humanitaria que vive Nicaragua, el Gobierno Ortega-Murillo recrudeció los actos violentos en contra de la ciudadanía, elevando incluso el número de acciones en contra de la libertad de expresión y prensa en el país.
Las agresiones recibidas por los periodistas Alberto Herrera, Noel Miranda, José Abraham Sánchez, Erasmo Hernández, entre otros, son parte de la lista de consecuencias que deja el estado policial en el país durante el corriente año. Organizaciones de sociedad civil como Monitoreo Azul y Blanco (MAB) denuncian que durante el 15 y 19 de abril del corriente año se perpetuaron más de 300 actos violentos. Por su parte, la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) documentó 540 agresiones contra mujeres activistas durante el primer trimestre de 2021.
Hostigamiento, agresiones, detenciones, amenazas y allanamientos, la mayoría de ellos ejecutados por la Policía Nacional y fuerzas paramilitares. Ese es el rostro de la nueva etapa de represión en Nicaragua.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2021, elaborada por la organización Reporteros Sin Fronteras, ubica a Nicaragua en el puesto número 121, argumentando que en el país “la prensa independiente vive una auténtica pesadilla”.
En pleno año electoral, la situación para las y los periodistas, defensores de derechos humanos, artistas, activistas y escritores se vuelve más compleja, evidenciando así los obstáculos judiciales y de facto que ha implementado el Estado, pretendiendo silenciar todo acto de protesta en contra del Gobierno. A esta aseveración se debe agregar la falta de condiciones mínimas para ejercer cualquier forma de expresión o información, limitando aún más los derechos constitucionales de la ciudadanía, del gremio periodístico y de la sociedad civil.
Esta ola de agresiones y legislaciones en contra de la libertad de expresión y prensa tiene un efecto devastador para las libertades públicas en Nicaragua. A la fecha, organizaciones como PEN Nicaragua y la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, dos de las instituciones más reconocidas a nivel internacional en temas literarios y periodísticos, clausuraron sus operaciones debido a la ya vigente Ley de Agentes Extranjeros, instrumento utilizado por el Gobierno para vigilar el accionar de la sociedad civil del país.
Este desborde de violencia y represión, que para muchos opositores muestra el temor de la familia presidencial ante los comicios de noviembre, en realidad eleva las señales de alerta para los organismos internacionales que de alguna u otra forma siguen trabajando en pro de las libertades públicas en el país.
Organizaciones de derechos humanos en Centroamérica aseguran que estos patrones podrían generar una nueva ola de desplazamientos forzados, tanto de ciudadanos que huyen de la violencia y la falta de oportunidades, como de periodistas y colaboradores de medios independientes que buscan salvaguardar su vida y obtener en el camino mejores condiciones para ejercer el periodismo en este año tan crucial.
Sin dejar a un lado las adversidades y riesgos que implica hacer periodismo en Nicaragua, el gremio, encabezado en su mayoría por medios independientes y jóvenes que ejercen la profesión, hace un llamado a todos los sectores del país, incluidos los bloques opositores al Gobierno de Daniel Ortega, para que su trabajo sea respetado, exigiendo a su vez el cumplimiento de la Ley de Acceso a la Información.
Con el incremento de las agresiones y un panorama político poco alentador, es inevitable pensar en las pocas opciones que quedan para la libertad de prensa. ¿Salir del país? ¿Seguir informando? ¿Enfrentar la hostilidad de la política nicaragüense? El actual proceso electoral y los resultados de los comicios de noviembre definirán el futuro del gremio periodístico, sobre todo para la nueva generación independiente, quienes buscan de forma paralela el bienestar personal y un mejor futuro profesional. Las condiciones en Nicaragua no solo limitan la labor periodística, sino que también asfixian las esperanzas y oportunidades de quienes ejercemos dicho trabajo.
Sobre el autor: Jairo Videa es un periodista y editor nicaragüense. Actualmente trabaja como Co-Director y periodista para el medio digital independiente que co-fundó, Coyuntura. Por su trabajo investigativo, ha sido forzado al exilio en varias ocasiones y actualmente es un escritor en residencia de ICORN en Barcelona bajo el programa de Escritores en Refugio de PEN Català.
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